lunes, 9 de mayo de 2022

Nunca victima siempre puto - Drago

 

Nos dio hambre y nuestro amigo trans-cordillero Drago (prostituto icónico, estandarte transexual, investigador, churro, entre otras) nos sirvió una bandeja llena de satisfacción. Un manifiesto canapé, delicioso y picante, para lavar la boca de la ranciedad victimista y abrir la garganta a otros sabores. Un texto para Acá arriba, una acuarela del autor; acá abajo, fijate.

Nunca victima siempre puto - Drago

La importancia al pene, al tamaño, aterra a muchos y esta secuela del covid se anuncia como una de las peores catástrofes. Si bien lamento todo esto que sucede con respecto al covid y sus enigmas del presente, en esta ocasión quiero referirme al pene y la catástrofe del tamaño, al trabajo sexual trans masculinx y “activismos” tragicos.

Como hombre trans, algo sobrevuela mi cuerpo: penes flotan rodeando mis piernas, mi cabeza; ¿tiene pene? ¿de qué tamaño? ¿de qué color? ¿tiene pene? Los ojos de las personas en mi bulto son esos penes flotando. No lo juzgo, qué rica es la vitrina de bultos. Lo digo como un trigger warning cuando alguien te contrata, ¡advertencia! cuerpo leído como masculino sin pene… Y es cuando aparece ese cliente, él que busca la salchicha de cocktail y ¡cómo no! También mostaza… Ese cliente que esta desesperado por cojer un hombre trans y chuparlo enterito…



Ese que ya sabe y vio tanto porno FTM en pornhub que tiene una captura de pantalla de Luke. Es tal su expectativa que luego de sentarme sobre su cara y penetrar su boca con mi salchicha coktail este eyacula. Es así que llegamos a un punto de la divinidad sagrada de tener este, no cocktail, más bien un Banquete. 
Lxs hombres trans tenemos todos los gustos: ese culito griego con el sentir sodomita, la vulva diosa Venus en ofrenda de la creatividad, que es tan inteligente y autónoma, como fuerte. Todos esos músculos como una serpiente apretando a su víctima. Pechos cortados, tetas peludas y el pene de cocktail, la masculinidad venenosa. Sin dejar atrás toda la era plástica, donde podemos tener el dildo que se nos pase por la cabeza. Tan exóticos como adictivos, no hay quien nos pruebe que no quiera más. Pero eso no es sólo una exclusividad nuestra; es el sexo, ese lugar de los pocos que quedan en nuestros rituales donde escuchamos los tambores del pecho.

Cuando la invasión colona sube en mi cabeza y siento lo que llaman “disforia” por mi pene  (lo que algunos penecentristas creen que es mi ausencia de pene),la peleo. Me acecho, a mis pensamientos, mi cuerpo, mis sensaciones. Rindo adoración a mi banquete y me penetro mucho. Entre más anhelaba un pene, más pasaba el pene de algún cuerpo sobre mi vulva.  Me meti todo lo que imagino, rozo la punta con la mía… En cierta forma, disfrutar lo que tengo me desconecto del anhelo construido por imágenes sexuales impuestas desde pequeñxs por todas las instituciones y marketing (nuestra gran maestra).

No tengas temor de trabajar con tu deseo con tu capital erótico. Hay muchos hambrientos de este banquete, estan atentos, ¡a por ti! No olvides que hay tantos clientes como putxs. No dejar que la norma nos acorrale ni encierre.


Urge para el trabajo sexual, que quienes lo ejerzan hagan rebeldía de la victimización. Más en los territorios donde se está con la campaña de la “empleabilidad trans”. Todas las personas con feminismos prohibicionistas en sus pechos, saldrán a hacer sus historias en redes sociales, de por qué es importante aprobar esta ley.  Digo prohibicionistas porque, también urge dejar de usar la expresión “feministas abolicionistas” para referirnos a las prohibicionistas, eso es lo que son, controladorxs y prohibicionistas. El  uso de la expresión “abolición” no hay que permitirlo, que estas feministas anulen asi  la importancia de la lucha por la abolición de la esclavitud y de las cárceles.






Las estrategias para la discusión no se consiguen  a través de la victimización. Vincular las leyes de la empleabilidad, para que dejen de pegar y asesinar a las compañeras trans ¡Este discurso esconde prohibición!. Juntar esas dos problemáticas en un discurso, es al antojo moralista de quienes creen que el trabajo sexual es nuestra ultima opción. Ademas de develar que tú crees que el trabajo sexual es lo ultimo en el eslabón de la competencia mercantil a la sobreviviencia. Y por sobre todo no le aporta nada a la discusión de la empleabilidad y mucho menos a la del trabajo sexual, quien tiene sus propias estrategias.


Hace un tiempo atrás, un colega trans masculino se mató. En algunos discursos y consignas decian  que él hacia trabajo sexual, con performatividad leída como femenina o mujer para los clientes, y señalaban una relación a esto con su muerte.
 De seguro el era más que un trabajador sexual, me refiero a que no era lo único que lo definía, no me refiero a ese “más” de la meritocracia moral del “más que algo o alguien” De seguro también le dolían tantas otras cosas, como son la destrucción de su entorno. Sin embargo este “activismo” victimista, contador de muertxs, además de todo un lamento personal proyectado en el colega caído, no contempla ninguna propuesta a ser fuertes y defender nuestro deseo. Este tipo de “activismo” del sacrificio del -no doy más pero le doy por esta lucha, esta causa-   eso es un delirio mesiánico, cristiano del mecías en la cruz, muriendo por todos nosotros, por las nuevas generaciones… 
Considero que se aprende como el corona virus con contagio, tal vez aprender de este momento de mierda para ser un hongo arriba de él y disfrutar de la carencia. Por que considero que ese activismo que se edifica desde esos lugares cómodos de la victimización no es más que una pronta torre caída.

Tal vez al principio si comienzas a trabajar de “chico” luego de años de trabajar como “chica” no tengas tantos clientes y no ganes mucho. Pero es un comienzo, todos los comienzos cuestan y contrastas todo lo otro que ganabas para medir tu capital ahora sólo te saboteas porque haces personal algo sistemático, estructural. El patriarcado inserta a puño y sangre cuales son los cuerpos deseables, esto hace que las cosas sean así,  pero realmente hay tantos clientes como putxs.¿Acaso la trabajadora sexual gorda, no salió del lugar cómodo de víctima, de pensar que no la contratarían por no tener el cuerpo que se comercializa como el correcto? ¿O las trans femeninas y/o travestis que llevan tanto tiempo haciendo esta ruptura, que hasta vinculan sus existencias a este rubro? ¿Acaso crees que los clientes que van a buscar a Vespucio a las chicas van a buscar una mujer cis hegemónica? No, no es lo único que se vende. El deseo está en una situación donde simboliza tan poco, que es como una tienda a “todo 500'' donde hay tantas cosas que no pensabas que necesitabas hasta que las viste.
Fuerza, valentia, sin recetas. Lo que me sirve a mi capaz a ti igual. Disfrutar de no ser un cuerpo conocido. ¡Nunca victima siempre puto!

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