domingo, 13 de septiembre de 2020

Shinjuku Boys - Kim Longinotto y Jano Williams (1995)

Esta pelicula fue proyectada por la Asamblea de Maricas y Bisexuales (AMB) en 2017 en Casa Jauregui (CABA).

El siguiente texto pertenecea a la AMB, es una reflexión acerca de la pelicula, agradecemos la produccion de este tipo de contenido porque nos permite profundizar sobre el trabajo sexual y afectivo en otros contextos.

Puede accederse al film Shinjuku Boys subtitulado, en sus versiones online (hay que activar CC para verla con subtítulos) o lista para descargar en Archive.org (tanto el archivo de video -MPEG4- como su respectivo subtítulo -SUBRIP- se pueden descargar yendo a la sección Download Options a la derecha de la ventana, haciendo clic en la flechita de descarga que aparece junto al nombre de cada archivo). ¡Salud!

Shinjuku Boys - Kim Longinotto y Jano Williams (1995)


AMB presenta “Shinjuku Boys”


“Shinjuku Boys” es un documental de 1995 realizado por las directoras británicas Kim Longinotto y Jano Williams, que registra las realidades onabe en el epicentro nocturno del distrito de Shinjuku, Tokio. En Japón se conoce bajo el nombre onabe a todas aquellas formas de masculinidad no cisgénero vinculadas al trabajo sexual y a la industria del entretenimiento nocturno (dimensiones que se integran en la llamada mizu shobai o el circuito del agua, que incluye saunas, casas de masajes, cabarets, zonas rojas y clubes de geishas), que comenzaron a ser socialmente reconocidas a partir de la proliferación de clubs onabe después de la Segunda Guerra Mundial. Los onabe son personas que se descalzaron de la identificación mujer que se les asignó al nacer: muchos de ellos son hombres, otros no se identifican de esa manera. Sin embargo, el sentido de la palabra onabe no da cuenta tanto de una categoría identitaria en sí misma, sino que refiere a la historia de toda una tradición ocupacional puesta en relación con el género, tradición que en términos occidentales podría llegar a empatarse con la figura del scort o el acompañante sexual (por su asociación casi inmediata con los distritos de las luces rojas, muchas personas transmasculinas reniegan de este término, considerado ofensivo para muchos). En efecto, los onabe son, ante que todo, host, anfitriones, servidores, ídolos y caballeros de compañía; trabajadores sexuales que productivizan el carisma erótico

y social de su masculinidad encarnando un arquetipo cultural específico. Famosos por igual entre su asidua clientela masculina y femenina, los onabes son contratados para traer a la vida estas fantasías solicitadas (que bien el repertorio de boy bands desde los ‘80 en adelante supo reflejar a la perfección): los hay reacios y misteriosos, provistos de un encanto que la distancia hace brillar; diligentes y románticos, según la tradición del príncipe azul (en Japón, la figura de “prince” no se restringe a ningún género o cuerpo alguno, sino que refiere a aquel lugar social de la galantería masculina cotizada y fetichizada por el consumo femenino); inocentes, vulnerables y tímidos, buscando protección; hooligans pendencieros y revoltosos, que dejan a sus seguidor*s especulando con un posible corazón roto sellado al vacío tras una imponente campera de cuero. 


El film “Shinjuku Boys” retrata las palabras y experiencias cotidianas de Gaish, Kazuki y Tatsu, tres onabe de trayectorias muy distintas que trabajan en el célebre club New Marilyn de Shinjuku, y acusa recibo de sus historias de camaradería, sus propios deseos, decisiones y expectativas en relación a su masculinidad, las dinámicas comerciales y las conexiones eróticas y sentimentales con sus clientas, el modo en el que cada uno habita la transgresión de las expectativas sociales de género y el modo en el que esta transgresión encuentra lugar en un espacio sexual específico, aún dentro de un una sociedad en la que la experiencia trans está intensamente atravesada por el prisma patologizante y el totalitarismo de los diagnósticos (en Japón, ser una persona trans está considerado un trastorno de personalidad -shogai- y la esterilización química es establecida como un requisito preliminar para toda forma de transición social y legal). Nos interesa hacer de esta película el disparador de una serie de intercambios que involucran pensar y complejizar las relaciones entre economías de identificación y deseo, contratos eróticos y afectivos, objetualización y empoderamiento, la resistencia contra estructuras de patologización y criminalización y la formación de universos afectivos y eróticos en torno a experiencias de masculinidad y masculinidad trans que no necesariamente son traducibles linealmente a las experiencias, significados y funciones de la masculinidad tal como es en entendida en Occidente.
 

 

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