Esta pelicula fue proyectada por la Asamblea de Maricas y Bisexuales (AMB) en 2017 en Casa Jauregui (CABA).
El siguiente texto pertenecea a la AMB, es una reflexión acerca de la pelicula, agradecemos la produccion de este tipo de contenido porque nos permite profundizar sobre el trabajo sexual y afectivo en otros contextos.
Puede accederse al film Shinjuku Boys subtitulado, en sus
versiones online (hay que activar CC para verla con subtítulos) o lista
para descargar en Archive.org (tanto el archivo de video -MPEG4- como su
respectivo subtítulo -SUBRIP- se pueden descargar yendo a la sección
Download Options a la derecha de la ventana, haciendo clic en la
flechita de descarga que aparece junto al nombre de cada archivo).
¡Salud!
Shinjuku Boys - Kim Longinotto y Jano Williams (1995)
AMB presenta
“Shinjuku Boys”
“Shinjuku Boys” es un documental de 1995
realizado por las directoras británicas Kim Longinotto y Jano Williams,
que registra las realidades onabe en el epicentro nocturno del distrito
de Shinjuku, Tokio. En Japón se conoce bajo el nombre onabe a todas
aquellas formas de masculinidad no cisgénero vinculadas al trabajo
sexual y a la industria del entretenimiento nocturno (dimensiones que se
integran en la llamada mizu shobai o el circuito del agua, que incluye
saunas, casas de masajes, cabarets, zonas rojas y clubes de geishas),
que comenzaron a ser socialmente reconocidas a partir de la
proliferación de clubs onabe después de la Segunda Guerra Mundial. Los
onabe son personas que se descalzaron de la identificación mujer que se
les asignó al nacer: muchos de ellos son hombres, otros no se
identifican de esa manera. Sin embargo, el sentido de la palabra onabe
no da cuenta tanto de una categoría identitaria en sí misma, sino que
refiere a la historia de toda una tradición ocupacional puesta en
relación con el género, tradición que en términos occidentales podría
llegar a empatarse con la figura del scort o el acompañante sexual (por
su asociación casi inmediata con los distritos de las luces rojas,
muchas personas transmasculinas reniegan de este término, considerado
ofensivo para muchos). En efecto, los onabe son, ante que todo, host,
anfitriones, servidores, ídolos y caballeros de compañía; trabajadores
sexuales que productivizan el carisma erótico
y social de su masculinidad encarnando un arquetipo cultural específico. Famosos por igual entre su asidua clientela masculina y femenina, los onabes son contratados para traer a la vida estas fantasías solicitadas (que bien el repertorio de boy bands desde los ‘80 en adelante supo reflejar a la perfección): los hay reacios y misteriosos, provistos de un encanto que la distancia hace brillar; diligentes y románticos, según la tradición del príncipe azul (en Japón, la figura de “prince” no se restringe a ningún género o cuerpo alguno, sino que refiere a aquel lugar social de la galantería masculina cotizada y fetichizada por el consumo femenino); inocentes, vulnerables y tímidos, buscando protección; hooligans pendencieros y revoltosos, que dejan a sus seguidor*s especulando con un posible corazón roto sellado al vacío tras una imponente campera de cuero.
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